sábado, 27 de septiembre de 2014
Erase una vez dos hombres
Hoy me ha contado una persona una historia que me ha conmovido:
Mi amigo acudió un día solo a una montaña en un país extranjero.
Una montaña poco frecuentada en la que caminaba y caminaba sin encontrar a nadie en su largo recorrido.
Pasado un buen trecho volvió la vista atrás y observó que detrás caminaba un hombre muy mayor.
Poco a poco los pasos de ambos fueron acercandoles hasta que estuvieron casi a la par caminado cerca el uno del otro .
Intentaron cruzar alguna palabra, pero era imposible:no hablaban la misma lengua.
Mediante algún pequeño gesto señalaban una planta o una dirección.No podían entenderse mucho más.
Sin embargo, mi amigo me ha dicho que las dos horas que caminaron cerca sintió que no estaba solo.
No conocia de nada a aquella persona, no podía hablar con ella. Pero en esa inmensidad, donde nadie más habia, algo le hacía sentir e intuír que ,si cualquier cosa pasase y aún siendo desconocidos, se ayudarían.
Ha pasado el tiempo y mantiene grabado en su recuerdo esta historia.
Quizás, en el silencio de la montaña y sin poder hablar,se transmitieron el uno al otro con miradas su enorme humanidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario