lunes, 3 de agosto de 2015

Cuando vivir en la calle hace agudizar el ingenio

Esta  mañana, bien prontito, antes de acudir a mi trabajo he ido a un cajero automático próximo.
Mientras  ponía las cartillas  al día ( SI: soy de aquellas dinosaurias que aún utilizan cartillas ) mis ojos se han posado sobre un objeto que había encima del cajero.
Se trataba de la parte inferior de una botella de plástico, dentro había dos moneditas de 1 centimo. Moneditas de esas que se nos cuelan por los bolsillos  y tantas veces desechamos porque nos dan mucha  guerra.
También había un pequeño mensaje, orientado de manera que cualquier persona que acudiera al cajero lo tuviera bien visible  y en el que decía :

En el cajero automático no había nadie más que yo misma .Yo misma, ese bote que me miraba y llamaba  delante de un gran cartel donde  figuraban todas las tarjetas con las cuales se podía operar.

Sorprendida he acabado mis gestiones.Y cuando me acercaba al trabajo, en un banco  de la calle, sentado he visto a una persona  con todos sus enseres. He atado cabos..........
¿Y mañana ?
Esta hucha, anónima,¿seguirá estando ahí, y recaudando  limosnas  como la antigua mano tendida en la acera?